17 de agosto de 2023. Hoy es el día de descanso que pasaremos en Volcano Bay. Además, como último día en los parques Universal hoy tenemos pendiente cierto tour gastronómico, entre ellos, El Caldero Chorreante y, como lo prometido es deuda, volver a Toothsome Chocolate Emporium.
Una vez más, cuesta levantarse a dos tercios de la family. Yo no puedo esperar ni un minuto para desayunar esos donuts que me pierden así que voy a por el mío y a prepararme un café. ¿Dónde están? Juraría que anoche los dejé aquí, encima de la bancada. Miro por todas partes, no los veo. La llamativa y enorme caja rosa no puede pasar desapercibida. Sólo me queda mirar en la nevera. ¡No puede ser verdad! Quiero llorar… ¿Cómo es posible que estén ahí? Volando no han llegado, no. Juan Pedro las ha puesto ahí con toda la buena intención del mundo pensando que se mantendrían en mejor estado. Pruebo mi Dirt, noooooo. Esto no se puede comer, está reseco. Justo hoy una parada en Voodoo Doughnut no nos viene de camino. Empezamos bien…
Todavía nos queda pan de molde de Walmart así que me voy al patio de comidas para usar la tostadora y para hacer un desayuno self service al estilo de nuestra estancia en Disney. En el patio de comidas está la tostadora esperándome. Además de la tostadora, hay vasos de plástico, pajitas y un dispensador de cubiertos desechables junto a otro de servilletas. Al otro lado se encuentra una zona con lo necesario para mis tostadas, no es una amalgama de productos excesiva, lo justo y necesario, mantequilla, mermelada, miel, salsas varias de estas que tanto gustan en Estados Unidos, azúcar, etc. Me llama la atención que hasta hay queso Philadelphia. A la izquierda encuentro la zona de bebidas, hay una máquina de Coca-Cola Freestyle y los habituales refrescos además de chocolate caliente, té y café. No cojo café porque tengo cafetera en la habitación, la probaré, hoy me he levantado atrevida. Volviendo sobre mis pasos en dirección a la habitación paso por una zona contigua donde venden comida sin gluten, perfectamente indicada y bien grande, no pasa desapercibida, otra cosa que me ha sorprendido gratamente.
Suerte que traigo tostadas, mantequilla y mermelada para todos, no hay donut comestible sin verdadero esfuerzo, todo un despropósito. Hoy toca desayunar así, no pasa absolutamente nada, esta noche iré a por donuts aunque sea lo único que haga. Estoy agradecida por que esta tienda se encuentre a 7.000 kilómetros de mi casa. ¡Qué perdición!
Voy a preparar el café. La máquina es de la marca Cuisinart, me lleva un tiempo descubrir cómo funciona de tan sencilla que es. Roza el absurdo. Por un lado no quiero romperla pero por otro no veo que tenga mayor complicación, es extraño esto.
Al dar al botón de encendido teniendo el agua puesta y la cápsula de café ya funciona, cuando se calienta el agua sale el café. Oh my God! Qué café está saliendo, esto no puede estar bueno ¿o sí? Mira que hay un starbucks en este hotel, tendría que haber hecho una paradita, iría sobre seguro. Lo pruebo, está aguado, es el café americano que esperaba encontrar aunque no sé si es que ya me he acostumbrado o es que tengo todavía el gusto a donut reseco que os diré no me sabe tan mal como imaginaba mientras goteaba el café poco a poco pero pierde muchos puntos en comparación con el del patio de comidas de los hoteles Disney. A decir verdad, he llegado a estas tierras americanas concienciada totalmente de que el café sería algo tan espantoso que el líquido que sale por estas cafeteras no me hace vomitar. Lo que hace la mente.
Conseguimos poner rumbo a Volcano Bay nada más y nada menos que a las 10:00. Lo sé, soy totalmente consciente, casi puedo leer vuestros pensamientos. Sin embargo, si hay algo bueno en todo esto es que dada la hora que es, la piscina está abierta y podemos entrar y coger tres toallas para llevarnos al parque acuático, hecho que nos ahorrará 21$, parece ser una práctica extendida. En Volcano Bay las toallas se alquilan al precio de 7$ cada una, no obstante, está permitido llevar las propias toallas. De haber aprovechado la entrada temprana, la piscina del hotel la hubiéramos encontrado cerrada por lo que la forma de no pagar ese alquiler hubiera sido coger las toallas el día anterior.
Por si no fuéramos bastante tarde ya, vemos los coches clásicos que bordean la parte donde se encuentra el lobby del hotel cual museo de automóvil y nos entretenemos unos cuantos minutos extra. No tenemos remedio, I know. Entre las bellezas, tenemos un Shelby, ¡un Shelby! Y si todo esto no os ha parecido suficiente, de camino al parque pero todavía en los dominios del hotel, vemos un Challenger azul pitufo, un SRT 392. Éste tiene propietario, no forma parte del patrimonio del resort así que no podemos o más bien no debemos cotillear demasiado, eso pienso yo porque Juan Pedro curiosea hasta el infinito y más allá, espero que quien ostente la propiedad (o posesión temporal) de esta maravilla siga durmiendo.
Ahora sí seguimos la ruta bordeando el hotel porque para llegar al parque acuático Volcano Bay vamos caminando. Habéis leído bien, vamos a pie durante un corto trayecto, ya que hay una acceso peatonal directo desde el hotel hasta el parque. Una auténtica gozada y para ser sincera, os confieso que si hubiéramos tenido que ir en autobús no sé a qué hora llegaríamos, tardísimo, más aún. Como veis en el mapa hemos hecho ya unos cuantos pasos, hemos recorrido el hotel casi de punta a punta y dado un pequeño rodeo para ver los coches. Es más largo el trayecto desde nuestra suite hasta poco más allá del edificio de recepción que de ahí al parque. Al menos esa sensación tengo. Sigo acordándome de aquél chico de recepción que me dijo que estaba cerca. De haber tenido una habitación en las torres, nos costaría el mismo tiempo que un parpadeo llegar a la puerta de Volcano Bay. Como si fuéramos a una piscina más del resort.
Llegamos por fin al parque acuático, mostramos nuestras entradas y nos proporcionan una especie de reloj de pulsera que se hace llamar Tapu Tapu. ¿Qué es esto? Es otro ingenio de la ciencia para facilitarnos hacer ciertas atracciones. Se trata de un dispositivo que funciona a través de radio-frecuencia y acercándose a los puntos interactivos (al estilo de pasar la Magic Band en Disney) podemos hacer fila virtual en esa atracción. De esta forma, no estamos plantados bajo el sol de Florida esperando, sino que podemos seguir deambulando por el parque y montar en ciertas atracciones, como son las que indique Ride Now o aquellas que no tengan fila virtual. Además de esto, también tiene el poder de activar ciertos elementos interactivos. El Tapu Tapu no tiene coste extra y se debe devolver al salir del parque. Otra de sus funciones es que se puede pagar con esta pulsera vinculando la tarjeta bancaria a través de la aplicación oficial de Universal Orlando. En cuestión de ventas todo son ventajas.
En mi planificación a 7.000 kilómetros de distancia, ya sabéis, me había hecho una lista de las atracciones que están abiertas durante la hora temprana. Ilusa de mí… Aquí las podéis consultar y estudiar porque ya os adelanto que los nombres de las atracciones no dejan impasible a nadie.
Si hay algo que tengo como prioridad absoluta después del estudio previo hecho del parque es que lo primerísimo que tenemos que hacer es pasar el Tapu Tapu por el correspondiente tótem de la atracción Krakatau, que ya vamos tarde. ¿Kraka qué? Krakatau Aqua Coaster es como su nombre indica una montaña rusa acuática, una auténtica fantasía, un sueño hecho realidad. Ahí tenemos que ir con toda la prioridad del universo porque es una atracción con mucho tiempo de espera y cada minuto que lo posterguemos significa más tiempo de espera. Eso es lo que pienso yo. Juan Pedro, que no ha planificado a 7.000 kilómetros de distancia pero lleva la carga playera, insiste en que lo primero es dejar los bártulos en la taquilla. Sólo llevamos una mochila de playa con motivos de Mickey Mouse, esto es necesario puntualizarlo, una pequeña mochila de Pequeviajera y las toallas que hemos cogido de la piscina del Cabana Bay. Sigo pensando que conseguir la fila virtual de Krakatau es primordial pero esta batalla está perdida, ni siquiera conseguimos ubicarnos bien para saber dónde está la atracción. Eso sí, antes de ir a los lockers dejamos las toallas para asentar campamento en una zona ya no estratégicamente situada pero sí magníficamente resguardada. Aquí no hay debate posible y, además, está a lado de las taquillas.
Tal cual entramos al parque continuamos por la izquierda del volcán y tras pasar los dos toboganes de color azul y verde (Kala & Tai Nui Serpentine Body Slides), justo a la derecha hay una zona con hamacas, al otro lado de los toboganes de color violeta y verde (Ohno Drop Slide). Esta zona la he elegido por contar con una estructura techada, estructura que, además de contar con ventiladores y proteger del sol, protege de la lluvia. Además, es una zona que parece estar escondida por lo que aún siendo de reducido espacio suele estar menos concurrida. Fijaos que son las 10:30 y no tenemos problema para encontrar tres hamacas juntas.
Muy cerca de este lugar tenemos las taquillas, las de la zona de Rainforest Village que es donde nos encontramos. Aquí me voy a permitir daros un pequeño consejo. De no querer la ubicación que os he comentado antes, seguramente la primera opción que se nos ocurriría es utilizar los lockers de la entrada ya que son los primeros que vemos pero es preferible esperar a tener una ubicación en el parque para dejar nuestras pertenencias ya que hay lockers repartidos que nos pueden resultar más próximos. Concretamente hay cinco cuyas localizaciones exactas las podemos ver en la app de Universal.
Las taquillas son de pago, of course, aquí no hay cortesía para huéspedes de hoteles Universal. Tienen un coste de 14$ la pequeña, 20$ la mediana y 25$ la grande. Aquí conviene venir ligeros de equipaje para ahorrar dolarachos. Nosotros ya vemos que en el pequeño no cabe lo que queremos guardar, básicamente todo. Elegimos el mediano porque el pequeño es un poco más grande que el de los parques Universal vecinos.
El funcionamiento es muy sencillo. La apertura y cierre se realiza con el Tapu Tapu, así nos olvidamos de estar pendientes de una llave, una maravilla. Simplemente tenemos que escanear el Tapu Tapu por el lector, elegir el tamaño de la taquilla y pagar su precio. Se abrirá automáticamente una taquilla donde podremos dejar las pertenencias y cerrarla. Cada vez que queramos acceder a la taquilla sólo tenemos que acercar el Tapu Tapu al lector que se ubica generalmente en la zona central cada cuatro o seis columnas de taquillas. Algo destacable es que se puede asociar hasta cuatro Tapu Tapu a la taquilla que hemos alquilado, de esta forma cada persona puede acceder a ella independientemente.
Ahora sí, sin dilación posible vamos a por la fila virtual de la atracción. Tengo la impresión de que damos mucha vuelta y que está lejos pero no nos cuesta más de tres minutos, qué largos se hacen los segundos cuando quieres llegar cuanto antes. A falta de un cuarto de hora para las 11:00 llegamos al tótem que custodia la entrada, acercamos el Tapu Tapu y… 155 minutos de espera. Lo que yo decía, cada minuto perdido suma. Una vez pasado el Tapu Tapu por la pantalla ubicada en el tótem, ese tiempo de espera se marca en nuestro Tapu Tapu y va descontando de forma que podamos ver en el dispositivo el tiempo restante y acudir cuando falten 5 minutos o ponga ride now.
Hecho esto, sólo nos queda emplear esas dos horas y media en atracciones que indique enjoy anytime o ride now. Otra cosa que también podemos hacer es curiosear el interior del volcán y pasear por el parque que este mapa no lo he memorizado y no me ubico con facilidad aunque todo se encuentra rodeando el volcán.
Muy cerca de Krakatau está Raki of Taniwha Tubes donde podemos montar ya mismo porque no tiene tiempo de espera. En la entrada de las atracciones hay una estantería en forma de tabla de surf para dejar las chanclas. Nosotros, conocedores de esto y de nuestro TOC al respecto, vamos con escarpines, con este calzado sí podemos montar. El cast member de la entrada me hace el alto. ¿Qué ocurre? Pienso que será para que dejemos los escarpines, tal vez haya cambiado algo y ya no lo permitan. Pues no, resulta que no está permitido montar en las atracciones ni con cámaras de aventura del estilo GoPro ni con cámaras acuáticas de las de toda la vida. Hacemos pleno, llevamos las dos. Sólo me dejan pasar con el móvil. Nada, toca volver a la taquilla para dejar ambos artilugios. Encima tengo que ir sola, no me quieren acompañar, sólo espero no perderme porque, para variar, están sin teléfono móvil a mano.
Paseíto de ida y vuelta hecho, ahora sí nos deja pasar. Esta atracción consta de dos toboganes sinuosos, uno de color azul (Raki) y otro verde (Tonga). Sin embargo, se accede a ambos por el mismo sitio, escaleras arriba, al llegar a la entrada del tobogán estará la bifurcación. Lo fantástico es que el flotador no tenemos que cargarlo nosotros mismos sino que él solito sube por una rampa.
Llegamos arriba y vemos que, efectivamente, hay una entrada para el tobogán verde y otra para el tobogán azul. Los flotadores son de hasta dos personas por lo que nos tenemos que dividir. Hago la consulta al chico que se ocupa de esta atracción por si acaso cada tobogán termina en una piscina diferente. Lo cierto es que estoy algo despistada hoy y no tengo este parque lo suficientemente estudiado como para recordar los nombres impronunciables de la mayoría de las atracciones ni como para recordar la forma y color de los toboganes a fin de diferenciarlos. Pequeviajera y yo elegimos el azul, nos situamos y en ese momento me dice el cast member que el móvil debe ir debajo de la camiseta. Caramba ya me lo podía haber dicho antes mientras le preguntaba si ambos toboganes desembocan en la misma piscina. Rápidamente coloco el teléfono dentro de la camiseta. Es una camiseta acuática con protección solar, una maravilla para evitar que el sol tan potente de este país nos queme y, ya puestos, tengo cierta manía a las rasgaduras y heridas que algunos toboganes tienen por costumbre hacer.
La atracción es muy familiar, el nuestro es un tobogán íntegramente cerrado, Juan Pedro ha montado en el verde que tiene algunas zonas abiertas. Al final es casi lo mismo, vueltas y más vueltas hasta el final. Aún así nos ha resultado divertida. Lo que más me gusta es no tener que cargar con el flotador y para que esto funcione debemos dejar los flotadores en un mecanismo que hay en el medio para que vuelvan arriba a través de la rampa. Una magnífica ingeniería, oiga.
Mientras el contador de la fila virtual para Krakatau sigue bajando pero no lo suficiente, vamos a emplear este tiempo en ver el interior del volcán. Las atracciones interesantes funcionan con la fila virtual, no podemos montar en ellas sin cancelar la de Krakatau, algo que, obviamente, no pienso hacer bajo ningún concepto, con la espera que tiene. Para llegar a la entrada del volcán damos cierto rodeo, llegamos hasta Honu of the Honu Ika Moana, ya veis que los nombres son fáciles de recordar. En esta atracción también tenemos muchas ganas de montar, tiene que ser una fantasía pura, parece que vayas a salir de la atracción volando. Ahora no puede ser, cuenta con fila virtual y con la demanda que tiene aunque sea poco tiempo de espera no indica ride now, lástima.
Junto a esta atracción encontramos un punto fotográfico. Es un tótem con uno de esos puntos por los que pasar el Tapu Tapu para que se active. Una vez activado, corre y ponte en posición fotográfica, en unos segundos hace las fotos. Si hubiéramos comprado el photopass de Universal estaría incluido. Aún así, nada nos impide hacer unas pocas payasadas y reírnos un rato. Después, se pueden ver en la pantalla y si has hecho alguna más hasta ese momento también aparecerá.
Seguimos y seguimos caminando porque no tenemos muy claro dónde se encuentra la entrada al interior del volcán. Realmente es un parque que me tiene desorientada. Hay señales con indicaciones de la ubicación de las atracciones, atracciones con nombres de difícil pronunciación, como para recordar cuál es cuál. Y por si todo esto fuera poco, hay atracciones cuyo nombre se repite porque, por ejemplo, cuenta con dos toboganes, (léase Honu of the Honu ika Moana) En serio. Por favor, yo no consigo entender nada. Quitando Krakatau que la tengo muy pero que muy interiorizada, ésta es fácil, el resto no consigo aprenderlas.
Algo que os puedo decir de este parque acuático es que hay vaporizadores de agua en el suelo por todas partes. Quizá os preocupe que el sol tan potente haga que el suelo queme, sin embargo, aquí no, el suelo está continuamente mojado. Aún sabiendo eso, nosotros estamos cómodos, felices y despreocupados con nuestros escarpines.
Bueno, por fin llegamos a la entrada del volcán, quizá haya caminos más directos, no lo sé, a mí me ha parecido que hemos dado mucha vuelta. Fijaos que son las 11:30, aún nos quedan horas de entretenimiento hasta que nos toque fichar en Krakatau. Ha pasado una hora desde que llegamos pero tengo la sensación de que ha pasado una mañana entera.
En esta entrada lo primero que vemos es una roca mapeada que nos está hablando, amistosamente o no, no lo sé, no consigo entender nada con tanto ruido, si es que dice algo, claro. Me lo imagino con voz de ultratumba. Además, acaban de resurgir chorros verticales con impulsos desafiando la gravedad por todas partes, ahí no se libra nadie. Parece que varios géiseres unidos se ponen de acuerdo para empaparnos, suerte que estamos en un parque acuático. Os voy a contar un secretito, por aquí el agua de estos chorros está fría, una gozada en este mes de agosto con las temperaturas que todos conocemos ya a estas alturas del relato.
Al cabo de un rato en esa misma piedra ya no aparece la proyección de un ser extraño y quizá de mal humor sino una serie de imágenes que resultan entrañables, aparece un barco que me recuerda a Vaiana, sé que esto no es Disney ¿será que tengo morriña?
Siguiendo el camino, el único que veo para recorrer el interior del volcán, podemos ver parte de Krakatau y los toboganes Kala & Tai Nui. En mi opinión una de las mejores partes de Krakatau ya que es justo cuando sube, es alucinante ver cómo una balsa acuática se mueve en una montaña rusa a tal velocidad. Antes de llegar a esta zona para ver cómo disfrutan quienes ya han podido subir a la atracció, pasamos por un lugar donde activar un punto interactivo con el Tapu Tapu. Hecho esto, no hay vuelta atrás, unas piedras talladas con un enorme agujero nos soplarán tan fuerte como sepan hacer.
Os diré algo sobre estos puntos interactivos. Allá donde encontremos el símbolo que, os aseguro me recuerda otra vez a Vaiana, significa que hay opción de interactuar, bien para hacer fila virtual en atracciones (donde generalmente estará en un tótem), bien para activar juegos, entre los que encontramos uno que tiene unos joystick y se manejan los chorros de agua que caen a una piscina.
Una de las entradas (o salidas) nos empapa con una cortina de agua en forma de cascada, no hay escapatoria. Pasamos por debajo de las cascadas del volcán.
Como no hemos tenido bastante juego con los elementos interactivos que hay dentro del volcán, nos vamos a jugar un rato más a la zona The Reef, allí hay otro elemento y de paso esperamos en la piscina de olas. Este tótem no tiene mayor juego que escupir chorros de agua desde las manos que hay grabadas, después remueve un poco el agua que tiene a su alrededor, aún así es divertido, si tapas un agujero va saliendo el agua por otros.
La piscina de olas, en Waturi Beach, os diré que está más fría, algo que se agradece. Nos ponemos en posición. Cuando suena una música como de tambores significa que va a comenzar el oleaje, dos palmas arriba y dos palmas en el agua a modo de ritual. Preparados, listos, ya.
Después de toda la planificación hecha, que no es poca, he de confesar que la que pude dedicar a Universal no ha sido tan minuciosa como la de Disney, básicamente porque ya se me echaba el tiempo encima. Fijaos, un año y medio de máster en organizar un viaje a Orlando y voy yo a contaros que no me dio tiempo a todo, es de chiste. Así y todo, sé que la piscina de olas de Typhoon Lagoon cuenta con las olas más agresivas por excelencia, no tiene rival según dicen, todavía no ha llegado nuestro día en el parque acuático de Disney y no puedo dar mi opinión ni comparar en este momento. El caso es que tras tanto tambor, tanto ritual gimnástico y tal expectación de quienes se hallan esperando allí, me siento defraudada. Me parece una piscina de olas al uso, nada destacable salvo por la estampa del volcán y, bueno, la parafernalia previa mola, hay ambientazo, de eso no cabe duda alguna.
Todavía nos queda un rato largo, bien largo para Krakatau así que nos vamos a Teawa the fearless river, el río rápido para entendernos. En esta atracción es necesario ponerse un chaleco salvavidas (hay varios tamaños). La corriente es muy rápida y hay zonas con oleaje. También caen chorros de agua durante el recorrido. Discurre alrededor del volcán. Tiene zonas verdaderamente rápidas así que atención con los peques. El recorrido es largo. Hasta aquí la teoría, vamos a la práctica.
Este río es rápido, sin duda, pensaba yo que podría ser una expresión, una mera denominación, es divertidísimo. Y como en todo río rápido que se precie, el tráfico está en hora punta todo el día y debemos intentar sortear los obstáculos en forma de personas descontroladas y lidiar contra la corriente para no ser nosotros el obstáculo. Parece fácil y sencillo pero sobre el campo de batalla no lo es tanto. En un momento dado, vemos a unos niños entusiasmados, están realmente eufóricos. Nosotros como buenos novatos no sabemos lo que nos viene. A un lado hay una rejilla enorme escondida, de ahí salen propulsadas corrientes y más corrientes, el oleaje aumenta hasta tal punto que nos cuesta continuar unidos. Cada uno sale desperdigado por un lado. Es un momento de tensión por el desconocimiento pero es divertidísimo, con razón estaban esos niños esperando el momento con euforia. ¿Cómo acaba el río rápido? Hay varias salidas que a la vez son entradas. Entrar no cuesta nada pero salir sí, salir cuesta lo suyo. Te encuentras atrapado por la corriente y no es tarea fácil librarte de ella. Cuando uno lo consigue parece que el resto va a ser arrastrado. Como os decía, nos ha resultado divertidísimo. Hemos conseguido salir los tres indemnes pero Pequeviajera sale más ligera de lo que entró. No están las gafas de natación. Esto es una catástrofe porque no tenemos ninguna de repuesto. Este verano ha batido el récord en perder gafas de natación. Preguntamos al socorrista que está cerca. Esto es misión imposible, en un río que discurre a tal velocidad, vaya usted a saber dónde quedaron las gafas que para más dificultad son de color gris claro, ¿siendo de color fosforito hubieran sido más fácilmente identificables entre la corriente? Las damos por perdidas, hoy Pequeviajera se tendrá que quedar sin su quehacer favorito en piscinas.
Una vez fuera de este río sanos y salvos pero con un accesorio menos, vamos a seguir haciendo tiempo hasta que nos toque el turno en la fila virtual de Krakatau, se está haciendo de rogar. Vemos que hay unos paneles informativos con los tiempos de espera de las atracciones, vamos a cotillear. Da pavor, a Krakatau ya la tenemos en 230 minutos. El siguiente récord en tiempo de espera se lo lleva el tobogán del interior del volcán, Ko’Okiri con 85 minutos y el tobogán sinuoso de color violeta y verde, Ohno con 60 minutos.
Viendo lo poco que nos queda por hacer sin tener que pasar el Tapu Tapu, nos dirigimos a Maku of the Maku Puihi round raft rides, una atracción que nos apetece hacer y se encuentra en modo ride now.
Esta atracción consiste en un recorrido sobre un flotador gigante en forma de flor donde caben 6 personas. Es una atracción que nos llama mucho la atención porque tiene zonas en las que da la impresión de que vamos a salir disparados del tobogán. Con lo poco acuática que soy yo, no sé bien cómo me atrevo a subir a todas estas atracciones. Sencillamente no lo pienso, me pueden más las ganas de probarlas en un tipo de parque al que no estoy acostumbrada. Aunque, por otro lado, reconozco que estaría más tranquila si fueran atracciones al uso y no de agua. Subimos y subimos escaleras, qué alivio no tener que hacer esto cargando con un enorme flotador. Seguimos subiendo, esto está alto, será divertido bajar.
Llegamos a la cúspide. Hay dos toboganes, uno verde y otro amarillo, son similares en cuanto a las curvas que nos van a proporcionar la sensación de salir volando. Así, desde fuera de los toboganes, el verde parece menos sinuoso y con menos zonas abiertas (las que hacen pensar que saldremos despedidos). Nos toca el verde, vaya. El cast member nos indica cómo situarnos para equilibrar el peso. Y no es para tomarlo a broma, es un flotador para seis personas que vamos a ocupar tres con diferentes pesos.
Esta atracción es otra de las que nos ganan, es bastante familiar pero cuando llegas a las zonas abiertas y el flotador va hacia arriba haciendo esa curva donde parece que vayas a salir volando es de lo más divertido. Realmente consiguen que tengas esa impresión, es fantástica y eso que ésta, como digo, es más familiar, estoy ansiosa por probar la de la ballena.
Seguimos sin poder montar en Krakatau. ¡Ay la importancia de madrugar! Voy a hacer un pequeño inciso para comentar este punto. Puedo deciros que llevamos doce días en Orlando casi non-stop. No madrugamos, eso ya lo sabéis, pero nos acostamos tarde (al día siguiente, a decir verdad) todas y cada una de las noches desde que aterrizamos así que, aquí viene un consejito, debemos ser conscientes de que el ritmo debe bajar en algún momento. En algún momento del día, de cada ciertos días, de la semana, cada cual según sus posibilidades. Nosotros hemos colocado estos días de relax cada semana incluyendo resorts como Discovery Cove o parques acuáticos.
Hecho este inciso, no podemos ir a ninguna atracción que tenga tiempo de espera, seguimos bloqueados por Krakatau pero falta muy poquito ya, así que nos vamos paseando hasta la zona de nuestras hamacas para aplicar crema solar que resulta ya preciso.
Sin duda, esta zona es muy buena. Como os había dicho antes, el techo protege no sólo del sol sino también de la lluvia, cuenta con ventiladores, poca fe tenía yo en ellos pero ahora que estamos aquí se nota que están. Las tumbonas son muy confortables y no son de plástico, todo un lujo. Por si todo esto fuera poco, al solamente contar con unas cuantas hamacas, aquí nos encontramos pocas familias, estamos bien avenidos. Nos embadurnamos de protector solar, el mantra de reaplicar, reaplicar y reaplicar se nos ha ido de las manos hoy aquí, vamos tarde, ya han pasado casi tres horas.
Ahora sí, nos vamos sin dilación al top 1 del día. Llevamos la friolera de tres horas esperando para esto y bloqueados para todas aquellas atracciones con fila virtual. Aunque sólo sea por haber sido infinitamente pacientes nos hemos ganado el recorrido de esta súper atracción con creces. Por esta razón es recomendable priorizar Krakatau la primera del día ya que las colas son superiores conforme el día avanza. Estoy pensando que tal vez hubiéramos rascado algunos minutos de haber ido directamente. Nota mental: la próxima vez que vaya a Volcano Bay, dejaré a la family con la tarea de los lockers, hamacas, etc y yo me iré con los tres Tapu Tapu a pedir fila en Krakatau. Ya se me había podido ocurrir esto esta mañana…
Atentos todos, son las 13:34 cuando subimos a Krakatau. Recordad que pasamos el Tapu Tapu a las 10:45. Casi tres horas después podemos montar. Ahora mismo Krakatau tiene 220 minutos de espera en fila virtual y nosotros conseguimos fila virtual con 155 minutos, finalmente han sido más. Quien pase el Tapu Tapu ahora…
Krakatau es, como os decía, una montaña rusa acuática posible gracias a su funcionamiento con propulsiones hidromagnéticas y otro de sus alicientes es que surca las entrañas del volcán. Subimos en unas balsas en las que caben hasta cuatro personas. Es una atracción sorprendentemente rápida teniendo en cuenta su funcionamiento técnico y el trayecto dura un minuto. Vale, todo esto me parece perfecto, pero ¿realmente merece la pena toda esta espera? En mi opinión y en la del resto de la family, sí, la merece y lo volveríamos a hacer. Sólo intentaremos mejorar el hecho de llegar antes y de que pasar el Tapu Tapu para esta atracción sea lo primero que hagamos al entrar al parque.
Tras Krakatau, nos vamos a Honu of the Honu ika Moana, vaya nombrecitos para recordar. Aquí nos encontramos con dos filas, una para Honu y otra para Ika Moana. A pesar de tener unas ganas infinitas de montar en Honu, pasamos el Tapu Tapu en Ika Moana, ya que marca 10 minutos de fila virtual, de modo que sólo esperamos un poquito porque con 5 minutos ya nos dejan entrar. Honu marca 30 minutos así que nuestra idea es montar ya mismo en Ika Moana y al bajar, pasar el Tapu Tapu en Honu y aprovechar esa media horita en comer algo o en descubrir las zonas de alrededor.
Pasados cinco minutos, nos marca cinco en el Tapu Tapu pero no nos dejan pasar a todos, por lo visto, al conseguir la fila virtual ha habido un desfase de segundos que ha implicado que uno de los nuestros todavía marque 10 minutos. Vaya, siendo que vamos los tres juntos ya podrían dejarnos pasar. Nada, esperamos a que todos los Tapu Tapu marquen 5 minutos. Ahora sí. Adelante. Vamos subiendo la torre escaleras arriba, la vista es una pasada y desde ciertos puntos tenemos un primer plano de Honu, ¡madre mía cómo suben esos flotadores! es como una pared inclinada y el flotador hace un movimiento semicircular, la gente grita un montón. Empiezo a pensar que tendríamos que haber hecho primero la fila virtual de Honu, haber invertido el orden. Ya no hay nada que hacer. Seguimos subiendo. Tardamos unos diez minutos en completar la fila físicamente, subiendo y parando, subiendo y parando. Afortunadamente hay bastante sombra.
Aquí ocurre lo mismo que en otras atracciones donde subimos tres en un flotador y es que nos organizan según el peso. Ready? Go!
Esta atracción es un tobogán interior con alguna zona exterior pero es un simple tobogán sinuoso, nada de paredes empinadas y sensación de salirse del mismo. Es divertido, sí, teniendo en cuenta que es eso, un tobogán sin más. Al bajar, de nuevo nos despreocupamos de los flotadores, sólo tenemos que dejarlos en la rampa para que ellos mismos suban hasta lo más alto.
Ahora sí, nada más salir de esta atracción vamos a conseguir fila virtual para Honu. Sigue con 30 minutos de espera. No tenemos hambre, raro en nosotros ciertamente siendo, además, casi las 14:15. De nuevo cambio de planes y haremos tiempo por aquí cerca que tenemos una zona infantil donde Pequeviajera quiere pasar un rato, ya le toca elegir a ella algo.
Hay dos zonas enfocadas a los más pequeños pero no exclusivamente para ellos, nadie nos va a vetar entrar salvo en los toboganes donde no se puede exceder de cierta altura. Estas dos zonas son Runamukka reef y Tot tiki reef. Nosotros nos encontramos en la primera.
Pequeviajera avista los toboganes a los que quiere subir ya. Se va corriendo. Juan Pedro la llama para explicarle o preguntarle algo, esfuerzo en vano, Pequeviajera ya está subiendo las escaleras. No hay nada aquí que nos haga estresarnos porque salga corriendo, desde donde estamos se ve perfectamente tanto las escaleras como los toboganes. Eso sí, no sabemos por cuál bajará ya que hay dos toboganes en espiral que desembocan cada uno en una punta de esta zona. Ah, aquí vuelve, qué raro, vuelve por donde se ha ido. ¿Qué ha ocurrido? Lo primero que pienso es que no le permiten montar en el tobogán por la altura pero no, resulta que en esta zona no puede subir a los toboganes con escarpines ni con calcetines. Ya me extrañaba que volviera para saber qué quería decirle su padre, me estoy riendo yo sola.
No le dedicamos mucho tiempo a esta zona porque nos espera la fila de Honu, el Tapu Tapu marca que faltan 10 minutos, vamos ya, sabemos que a falta de 5 podremos montar, nos puede el ansia.
Ahora repetimos la misma operación que en su tobogán hermano Ika Moana, subimos y subimos escaleras, sin flotador a cuestas, es una maravilla. De pronto, empieza a llover. Otro día que me he confiado y no he mirado la aplicación meteorológica. Pero bueno, ¿aquí qué ha ocurrido? ¿Cómo hemos podido pasar de un sol radiante y acalorante a la máxima potencia a esta lluvia torrencial. Bueno, de momento no me preocupo en exceso porque veo que la fila se mueve algo y no veo a nadie bajando. Me pregunto cómo debe ser esta atracción bajo la lluvia. Para los parques acuáticos llevo lentillas de un uso diario, por lo que pueda pasar, no sería la primera vez que tengo una pérdida semejante. Estamos muy arriba pero todavía nos falta un poco hasta llegar a la cúspide.
Pasan un par de minutos que me parecen horas. Empieza a bajar gente. Bueno seguimos unos cuantos por aquí, así que ya falta menos. Pasan unos minutos más, ya estamos a punto de coger el flotador. ¡Oh, no! El cielo se está rompiendo, tal lluvia en mi ciudad ya habría provocado inundaciones irreparables. Llegó el momento que temía pero mi mente no quería admitir. RIDE CLOSED. Noooooooo. Sé que es por nuestra seguridad pero es que hoy es nuestro último día por aquí. Mañana embarcamos en un crucero. No me lo puedo creer, tengo Universal gafado. Lluvia vespertina, again.
Abatidos nos vamos hacia nuestras hamacas. Pequeviajera se alegra de que no podamos montar, desde el momento que ha visto llover, ha temido por tormenta eléctrica y por su vida si llegamos a montar en Honu. No os podéis hacer una idea de la lluvia que cae, cae con fuerza, estamos a escasos tres o cuatro minutos de la zona donde hemos dejado nuestras toallas. Nos cuesta caminar. La lluvia es tan intensa que la gente va muy alocada de un lado a otro, otros se resguardan bajo los toldos haciendo una barrera complicadísima de atravesar. Los restaurantes están cerrados, sólo queda abierto algún bar pequeño o puestecito. A ver cómo lo logramos, tenemos nuestras hamacas al otro lado, seguro que hay otro camino para llegar pero si llevamos todo el día un poco desorientados, ahora es mucho más difícil ver el camino. No, no es una forma de hablar, apenas vemos mucho más allá, qué barbaridad de lluvia está cayendo.
Llegamos a nuestras hamacas, tenemos una de las toallas completamente empapada porque la hemos dejado encima del respaldo de la hamaca y justo ahí se ha colado algo de la lluvia. Todo lo que cubre la estructura de esta zona está completamente seco. Las mochilas que habíamos dejado encima de la hamaca están completamente secas. Realmente ha sido todo un acierto asentarnos en este lugar. Además, al estar más escondido sólo estamos unas pocas familias aquí y estamos bien a gusto, nada de los apelotonamientos que acabamos de sufrir.
Aquí estamos muy bien bajo techo pero en algún momento tendremos que decidir si quedarnos un poco a ver si vuelven a abrir las atracciones o si tirar la toalla, casi literalmente, volver al hotel y continuar el día improvisando. Ya son casi las 15:00, voy a mirar la aplicación meteorológica a ver si nos da un poco de luz. Pues no. Según esto parará de llover en algo más de media hora y sinceramente, no me fío de que tras esa media hora sea así y reabran las atracciones. Casi que cuando amaine un poco volvemos al hotel. Por cierto, con la que está cayendo y tenemos una sensación térmica de 39º y no lo digo yo, lo dice Accuweather. Pensar que está cayendo un diluvio universal y que ni por esas nos libramos de la temperatura infernal…
Para un poco. No parece que mejore las pocas horas que quedan para que cierre el parque. Será cuestión de hacerse a la idea de marchar por si acaso vuelve a diluviar. Con bastante pena devolvemos el Tapu Tapu y nos dirigimos a paso ligero por el sendero que en nada y menos nos hará llegar a nuestro hotel. No me acordaba que nuestra querida suite se encuentra a la otra punta del resort…
Llegamos, al fin. No hemos comido y son casi las 16:00. Empezamos a tener algo de hambre pero aquí se nos plantean dos opciones. Comer algo en el patio de comidas de este hotel o esperar un poco y hacer una merienda cena en el Caldero chorreante, única oportunidad. Estaréis de acuerdo conmigo en que le daremos instrucciones al cerebro para que dé órdenes al estómago de estar calmado hasta llegar al Caldero, como buenos Potterheads no podemos irnos sin comer en al menos uno de sus restaurantes temáticos.
Si os digo que la duchas, llegar a la parada de autobús y que éste aparezca nos ha llevado una hora y media no sé si me creeréis. Tomamos el autobús desde el hotel hasta el Citywalk. Aquí tenemos que pasar el control de seguridad y ya os adelanto que no tiene nada que ver con aquél que pasamos antes de tomar el barquito en el hotel Royal Pacific. Aquí hay cierta cola para pasar este control. Revisión de mochilas, venga pase. Ahora atravesamos el Citywalk. Con el barquito llegamos mucho más cerca. Todo son ventajas. El barquito está en los hoteles Premier (Royal Pacific, Portofino y Hard Rock) pero también en el Sapphire Falls y, aquí va una pista, éste último se encuentra junto al hotel Aventura y cerca del Cabana Bay. Ahí lo dejo. De no ser porque mañana nos vamos y no iremos a los parques, sería una opción.
Llegamos a Island of Adventure. A ver, ¿no has dicho que vais a merendar al Caldero Chorreante? Sí, pero ayer se nos quedaron aquí cositas por hacer y os recuerdo que el Hogwart Express tiene experiencias diferentes según el sentido del tren. Nosotros sólo hemos hecho una ruta. Vamos a ver cómo están los tiempos de espera porque hoy ya no contamos con pase exprés.
Entramos en el parque a las 18:00, buah, Velocicoaster está imposible, será que ha estado cerrada y ahora está todo el mundo haciendo fila allí. El parque cierra a las 20:00. Ahora tenemos otro dilema como el de ayer. Nos siguen faltando grandes atracciones por hacer. Sin embargo, tenemos dos horas para aprovecharlas al máximo y no voy a pasarlas en ninguna fila porque cierren debido al temporal y/o tormenta eléctrica, con el aprendizaje de ayer en el vuelo del Hipogrifo ya tengo para dos vidas más. Vamos a atracciones interiores y a disfrutar del mundo Potteriano que tanto nos gusta. Siempre hay que dejar algo y así tener excusa para volver.
Llegamos a la zona de Seuss Landing y es que me resulta tan llamativa, necesito dar una vuelta por ahí y montar en The Cat in the Hat. Son este tipo de incomprensibles acciones del ser humano que nos caracterizan. Atracción loquísima donde las haya y no precisamente por intensidad. Juegan con las luces, los colores, los sonidos, zonas psicodélicas, una fantasía un poco loca.
De aquí ya nos vamos sin dilación a Hogsmeade, tenemos otro check que anotar en la lista. Queremos ir a Honeydukes. ¿Para qué? Para comprar las Grageas Bertie Bott de todos los sabores, algo importantísimo. Cotilleamos un poco la tienda, las compramos y nos vamos, no podemos perder el tren. Las grageas nos cuestan 13,85$ incluidas las tasas. Ya pueden estar buenas. Ya me entendéis…
Para no tener pase exprés, sólo hacemos 10 minutos de fila para subir al tren. Ni tan mal, el día se empieza a arreglar un poco. Como os dije, las proyecciones son diferentes, nuestro nivel de frikismo es tal que no podemos hacer sólo la ida o la vuelta, tienen que ser las dos, cueste lo que cueste.
Llegamos a nuestro callejón más querido dejando atrás el mundo muggle y la estación de tren que probablemente ya no veremos más. Enfilamos hacia el Caldero Chorreante. Cerebro, ya puedes decirle al estómago que en breve le llegarán provisiones. ¡Qué puedo decir de este lugar!… Cada detalle está tan logrado, en su esencia. El personal está tan metido en su papel, parece que estemos inmersos en una aventura. Volvemos a poner los pies en la tierra que ahora viene lo bueno, la comida. En la vitrina del restaurante hay unas réplicas de los platos que sirven pero como imaginaréis, por aquí ya sabemos lo que queremos comer. Entramos y un chico muy atento e interpretando su rol a la perfección nos acompaña a nuestra mesa. En la mesa hay una pegatina con un código QR, escaneamos el código y podemos hacer el pedido móvil de la comida. Yo elijo Beef, Lamb & Guinness Stew, una especie de guisado dentro de una hogaza de pan, Juan Pedro elige Fish & chips y Pequeviajera elige Mini Pie. Todo esto nos cuesta 34,05 $ con las tasas incluidas, aquí no hay propina aunque sí traen la comida a la mesa. Al haber escaneado el código QR de la mesa, el camarero ya sabe dónde tiene que llevar la comida. Respecto a la bebida, si queremos agua podemos pedirla en el mostrador, agua que nos sirven en unos vasos acordes al lugar.
Al poco de hacer el pedido, el chico aparece con dos platos, uno de Fish & chips y otro de Bangers & Mash, unas salchichas con verduras. Los deja rápidamente en la mesa. Disculpe, esto no es nuestro, nuestro pedido es de tres platos y no hemos pedido salchichas. ¿Sabéis que nos contesta el camarero? Que ya lo ha dejado en la mesa y no se lo puede llevar. Pero si no lo hemos tocado, lo acaba de dejar. Nos dice muy amablemente que una vez dejado en la mesa no se lo puede llevar. Entiendo. Dice que ahora nos trae nuestro pedido. ¿Cómo? Nos vamos a juntar aquí con cinco platos. Según nos dice tenemos dos opciones: podemos comernos los cinco platos habiendo pagado tres o dejarlos en la mesa y posteriormente los tirarán. Este hombre no nos conoce, ¿cómo vamos a dejar que se echen a perder dos platos de comida? Don’t worry. Thank you so much.
Cinco platos de comida para nosotros tres, pensaréis que estamos locos. Bueno, a nuestro favor he de decir que no hemos comido. A Pequeviajera el Mini Pie no le entusiasma pero los Fish & chips le encantan, menos mal que tenemos ración doble. Mi hogaza está deliciosa aunque he de decir que los Fish & chips también lo están, mucho. Me está sorprendiendo esta comida gratamente. Está todo muy bueno. El día se está arreglando, sí señor.
Salimos del restaurante satisfechos. Hemos comido muy bien y sin duda en abundancia, nadie puede negar tal circunstancia. El ambiente es absolutamente acogedor, sin embargo, nos vamos a por otro ítem para el estómago que nos falta. Seguro que estáis pensando en una cerveza. Habéis acertado. Nos falta probar la famosísima mundialmente cerveza Duff. Bueno, yo digo que nos falta probar pero en puridad la va a probar Juan Pedro porque a mí, a pesar de que esto que os voy a decir me llene de haters, no me gusta la cerveza.
La cervecería está muy bien tematizada, es una barra de bar donde te sirven la cerveza que pidas. Sin embargo, pese a ser algo que, a priori, no parece que encuadre en nuestro mapa mental de establecimientos con propina, ésta viene sugerida en el ticket. Vaya… ya estamos otra vez. La cerveza Duff Gardens cuesta 12,78 $ con las tasas incluidas, a nosotros nos cuesta un 20% extra, generosos que somos. En mi estudio intensivo sobre este viaje al otro lado del Atlántico, a 7.000 kilómetros y sobre el sufrido papel, creía saber cuándo y cuánto debíamos dejar de propina, conocedora de lo que esto significa en los salarios estadounidenses. Sin embargo, ahora mismo estoy confusa, o no he estudiado lo suficiente o empiezan a sugerir propinas sacadas de la manga.
¿Cómo está la cerveza? Pues no lo sé, Juan Pedro dice que está rica pero sin más, no es una cerveza que destaque según su opinión. Por otro lado, siendo la hora que es se la tiene que tomar más deprisa que despacio.
Con la cerveza todavía en la mano de uno, nos dirigimos a una de las pocas atracciones que nos falta en este parque y que, además, tengo entendido que es muy divertida. Mientras llegamos nos deleitamos con las vistas al atardecer con cierta nostalgia ya que nos quedan los últimos minutos para que cierren el parque y le digamos adiós a Universal.
La atracción remanente no es otra que Men in black Alien Attack. Es una dark ride donde nuestra misión es disparar a los aliens desde unos vehículos donde los tres asientos de la fila trasera están escalonados más alto, por lo que todos tienen una buena vista de la acción y una oportunidad igual para maximizar su puntuación. Como curiosidad Steven Spielberg aparece en las primeras escenas, a la derecha. Bueno, sin duda esta atracción es muy divertida, está totalmente tematizada acorde a la película. Otra atracción donde el pique está garantizado.
Veréis, os cuento que de esta atracción tenía apuntado preguntar a un cast member por el inmigration tour. Por lo visto es un tour gratuito a través del back stage. Con la hora que es, hemos considerado que no es el momento de esto e imagino que a escasos minutos del cierre del parque ni siquiera harán ese tour.
Bueno, bueno, bueno, no os lo vais a creer. Nos quedan apenas cinco minutos para que cierre el parque, tenemos The Simpsons Ride a pocos pasos. ¿Estamos todos pensando lo mismo? Venga, lo intentamos, vamos a ello.
¡Conseguido! Entramos antes de las 20:00, somos unos cracks. La fila es supersónica, se nota que es hora de cerrar y que quedan muy pocos rezagados como nosotros. Con deciros que en menos de 20 minutos ya hemos salido de la atracción os lo digo todo. Es la segunda vez que montamos en esta atracción, esta vez sin pastillita antimareo y os diré que no nos hemos mareado nada de nada. Una vez más nos lo hemos pasado en grande con esta atracción. Nos gustan mucho Los Simpsons desde su inicio, somos de esa generación que los ha visto desde la primera temporada en tiempo y forma. Es posible que seamos subjetivos con nuestra opinión.
Nos vamos hacia la salida porque ya sabemos el protocolo aunque no sin que Pequeviajera intente robarle el donut al jefe Wiggun. No ha habido suerte, lo tiene bien agarrado. Quienquiera le quita un donut a este hombre…
Ponemos rumbo a nuestra próxima parada gastronómica… Sí, queridos lectores, podéis perfectamente pensar que no paramos de comer. Hoy es el día de hacer check tras check en nuestra lista de pendientes. El caso es que, de camino, llegamos a la Universal Studios Store. Nos entretenemos un poco aunque vamos a por tazas, tengo una absoluta debilidad con las tazas rozando el síndrome de Diógenes. Siendo la hora que es, no nos encandilamos demasiado y compramos una taza de Tonight Show (17$) y otra de E.T. (15$). En la caja nos atiende una mujer extremadamente amable. Nos informa que en compras mínimas de 40$ se puede añadir el peluche de E.T. por 10$ más. Buah, ya la hemos liado. ¿Cómo vamos a rechazar esta proposición? Sin duda la estrategia es perfecta, es E.T., es adorable, todos lo sabemos, saben llegar a la fibra sensible. Nuestra compra asciende a 32$ así que nos falta añadir algo para llegar a esos 40 dólares. La dependienta nos dice que si queremos bolsa para llevar las compras hay unas de Harry Potter muy bonitas, de diferentes tamaños y que son de un material tipo rafia. Con la bolsa de 6$ ya cumplimos porque los 40$ es una vez sumadas las tasas. Bueno, desde luego, empiezo a pensar que nos espían o es que todos tenemos los mismos gustos. Leo en los ojos de Pequeviajera que nos vamos con la bolsa de Harry Potter y con E.T. No puede ser de otro modo. El peluche de E.T. es del cuarenta aniversario y está abrazando un corazón. Ya estamos derretidos todos, se vienen la bolsa, las tazas y E.T. con nosotros. El total de esta parada suma 40,47$, ni tan mal. Os aseguro que E.T. es adorable, juzgad vosotros mismos.
Estaréis de acuerdo conmigo en que la tarde nos ha cundido bastante pero todavía nos queda otro ítem de la checklist por tachar. Un milkshake de Toothsome Chocolate Emporium. Os dije que no nos iríamos sin volver a por ello.
Para pedir un milkshake no es necesario reservar ni esperar para ser atendido como en la ocasión que comimos aquí. Para el batido hay una zona específica donde lo pides, lo pagas y esperas a que quien se ocupa de preparar el pedido diga a viva voz el número asignado. Hay infinidad de batidos, la elección no es fácil, nada fácil. Tengo una pequeña lista de varios batidos para probar, lista pensada en que pidiéramos uno para cada uno. Inviable ahora mismo, hemos comido cinco platos y si de algo estoy segura es de que el batido llena mucho, mucho, mucho. Uno para compartir entre los tres. Finalmente elegimos Strawberry Cheesecake, éste cuesta 17,04 $ con las tasas incluidas y viene en un vaso souvenir, de plástico pero souvenir. Cuando lo terminemos le pediremos amablemente si lo puede enjuagar un poco. Se viene a casa para mis plantas.
Esperamos en una mesa. Esperamos. Esperamos. Me canso de esperar, me voy directamente a cotillear cómo los preparan y de paso controlo cómo va y cuándo le tocará al nuestro. Me puede el ansia. Sigo esperando. Caray sí que tienen pedidos… ¡Ah! Por fin, ahí va el nuestro.
De nuevo, la experiencia gastronómica en este lugar es nivel supremo. Eso o es que tenía tantísimas ganas de probarlo, era una necesidad de tal calibre que no puede resultar mediocre. Me faltan adjetivos para describir lo rico que está este batido. Me voy a olvidar de lo insano que debe ser a estas horas de la noche (probablemente a cualquier hora). Eso sí, llena muchísimo, lo estamos compartiendo para los tres y os aseguro que no echamos en falta pedir alguno más.
Antes de volver al hotel, otra paradita. Sí, no hacemos más que paraditas para comer, beber, volver a comer, soy consciente. Esta compra de ahora no está en nuestro checklist porque es de obligado cumplimiento. Vamos a por nuestro desayuno para mañana en mi lugar favorito, Voodoo Doughnut. En esta ocasión hacemos el pedido online. Pedimos dos Glazed, un Miami Viceberry para Pequeviajera, yo no lo quiero ni ver, un Oh Captain, My Captain y un Chuckles. Los cinco donuts nos cuestan un total de 13,58 $ con las tasas incluidas y sin ningún extra de imprevisto. Ya me he acostumbrado a los precios del lugar y esto me parece baratísimo.
Junto a la caseta de recogida de los pedidos hay una zona con mesas y sillas junto a la laguna que me parece muy chill out. El ambiente en Citywalk es de infarto, la música, la gente, es maravilloso y este lugar es para mí chill out. Nos gusta tanto que estamos pensando todos al mismo tiempo cuándo podremos volver. Pensé que este viaje a Orlando iba a ser el primero y el último y ahora mismo sólo puedo pensar en cuándo volver. Cuánta razón encuentro en los viajeros de Foroparquesdisney que así lo sentían y lo sienten. Sin duda, con razón hay quien lo llama The Happiest Place on Earth.
Con nuestros donuts en la característica caja rosa nos dirigimos al autobús que, de nuevo, nos llevará a nuestro hotel por última vez. Creo que es el primer día que nos vamos a la cama antes de medianoche, por poco. Mañana nos espera una mañana de relax, disfrutar un poco del hotel, algo que todavía no hemos hecho con tanto parque y tiene unas piscinas que prometen. Pero lo más importante de mañana es que nos trasladaremos al puerto de Cabo Cañaveral y embarcaremos en mi regalo de cumpleaños, el Wish.